Lokos y Xifladas

Lokos y Xifladas

sábado, 18 de octubre de 2008

Mujeres de Juarez... Mujeres del mundo.


En Ciudad Juárez han muerto asesinadas en los últimos años cientos de mujeres. Muchas de ellas fueron secuestradas, torturadas, violadas y mutiladas antes morir y acabar tiradas en algún baldío de los muchos que agujerean la ciudad fronteriza. Aunque se han hecho investigaciones y aunque desde hace unos meses una fiscalía especial se encarga de esclarecer el caso, es imposible hablar de cifras confiables. La danza de cifras en sí es parte de la invisibilización y minimización que, desde sus inicios, han caracterizado este caso. La falta de confiabilidad en las cifras, investigaciones y expedientes oficiales es indicio y parte de la gravedad del problema. Lo que indigna no es sólo que se mate a mujeres con la crueldad más vil, no es sólo que se pretenda reducir el asunto a un “mero” caso de violencia intrafamiliar, lo que alarma es la impunidad que cobija esta violencia y permite que los crímenes sigan sucediendo. Lo que indigna también es que cuando, a pesar de todos los esfuerzos por taparlos, estos crímenes intolerables provocan un escándalo internacional y nacional, la reacción del gobierno y de las “fuerzas vivas” de Ciudad Juárez y de Chihuahua, por llamarlas de algún modo, no sea enfrentar la realidad sino salir en defensa de la “imagen” de Juárez. “Las ‘muertas’ no son Juárez”, dicen de mil maneras, “de eso no hay que hablar si no queremos ahuyentar el turismo, la inversión......” Pero, si no se habla de eso, ¿qué pasa? ¿De qué sí se puede hablar?
Hablar de las mujeres asesinadas en Juárez es hablar de violencia e impunidad, de la realidad que viven miles de mujeres , de niñas, de familias en Ciudad Juárez-
Una realidad que no es “todo” Juárez, porque ningún lugar es sólo una cosa, pero que permea a Cd.Juárez como ciudad, como sociedad. Hablar de mujeres violadas y torturadas no es hablar de todas las mujeres asesinadas en ese lugar, es referirse a lo peor, a lo que es quizá el núcleo del problema, el signo de la violencia más impune que ha favorecido la impunidad de toda la violencia o, por lo menos, de la violencia hacia las mujeres y las niñas.
La impunidad, como se sabe, favorece la proliferación de la violencia. Esta se da porque el crimen que no se castiga favorece el surgimiento de nuevos crímenes, la repetición, por imitación o espontanea, de nuevos asesinatos. La impunidad que ha favorecido la socialización del crimen en Ciudad Juárez y su migración o replicación en otros lugares del país no es La Causa de los crímenes pero sí puede ser la causa de su repetición y uno de los factores que hacen de este caso uno de los asuntos más graves en México a principios del siglo XXI. Cd. Juárez es el paradigma del colapso del Estado de Derecho, el paradigma de una sociedad dominada por el miedo, paralizada por la indiferencia y la falta de solidaridad.
En vez de esforzarse por esclarecer los crímenes desde el principio, las autoridades locales y estatales optaron por desconocer u obscurecer sus causas. Lo más fácil era acusar a las víctimas para así restarle importancia al asunto.
Entre las increíbles declaraciones de medianos y altos personajes de la política chihuahuense pueden escogerse dos ejemplos: la explicación de uno de ellos de que “quien sale a la calle cuando llueve se moja”, y el consejo del otro a los padres de familia de que cuidaran a sus hijas. Ninguno de estos altos personajes se puso a pensar, o si lo hizo lo calló, que para ir a trabajar generalmente es necesario salir a la calle, y, sobre todo, que salir a la calle y sentirse segura es un derecho de cualquier persona que vive en un Estado de derecho.
La falta de respeto a las leyes implica algo más que prepotencia o arrogancia, no es sólo dejar de lado preceptos “ obsoletos” o “demasiado avanzados”, sino despreciar los derechos de los otros, las reglas que harían posible una convivencia no sólo más pacífica sino también más justa. Porque lo cierto es que si al rico o al poderoso le pueden importar poco las leyes porque
puede o cree que puede comprar al juez o al policía, o mover sus influencias, al pobre o al ciudadano medio que las ignora o que cree conocerlas las leyes le importan más como posible castigo que como norma que hay que respetar. Por otra parte, para muchos en México vivir dentro de la ley no es garantía de nada porque ésta puede en cualquier momento, o casi, convertirse en instrumento de extorsión, falsa acusación o tortura. Recuérdese simplemente el uso del artículo 145 bis en 1958 o 1968, o piénsese en la facilidad con que un policía de a pie puede ver infracciones donde no las hay. Para otros, desde luego, la ley es sólo un obstáculo al que hay que esquivar. Y para otros, en fin, la ley es sólo una palabra incomprensible mientras que la violencia forma parte de una inexplicable “esencia” nacional o local. Es más fácil, al parecer, negar la realidad o buscar chivos expiatorios que resolver los conflictos o castigar a los culpables o, simplemente aplicar la ley.
Quienes pretenden o creen minimizar la violencia contra las mujeres en Cd. Juárez aludiendo a las “malas costumbres” o “malas compañías” de las mujeres, o, en fechas más recientes, argumentando que sólo se trata de violencia intrafamiliar, reproducen y , lo que es más grave , actualizan, una visión tradicional de la mujer, como subordinada que , si no merece, cuando menos puede, o hasta debe, soportar todo tipo de agresiones, y que, además debe cuidarse de “provocar” la violencia del otro.

Hablar de machismo en México parece un cliché, hablar de misoginia puede parecer una exageración en el siglo XXI,
después de los avances del feminismo o de las reformas legales que garantizan en palabra (que no siempre en obra) la igualdad de los sexos, o de la incoporación masiva de las mujeres al trabajo remunerado.
Sin embargo, el caso de Juárez no se puede explicar más que a partir de un profundo
desprecio por las mujeres y sus derechos, y eso no es sino misoginia. Misoginia cuya agudización a veces se explica por los desequilibrios que han provocado la incorporación de la mujer al trabajo, a la maquila, en la frontera norte, y los cambios en las relaciones de género que esto supone.
El discurso oficial en torno al feminicidio en Cd. Juárez no corresponde a la gravedad del problema, corresponde a un intento de confundir y de ocultar. No sabemos a ciencia cierta lo que se oculta, sí lo que se nos ha querido hacer creer.

Lo grave es que este discurso oficial ha permeado otros ámbitos discursivos como la prensa, de tal modo que para un lector u oyente poco crítico, puede parecer normal hablar de “ las muertas de Juárez” o puede parecer comprensible que los empresarios y autoridades juarenses se preocupen por la “imagen” de Juárez.
Ante el feminicidio, y ante la violencia en general, es preciso reclamar el imperio de la ley aun cuando, como en nuestro caso, las instituciones estén en crisis. Por esta razón estamos exigiendo con el Plan Alternativo, el esclarecimiento de los casos, porque sin verdad no hay justicia y sin justicia se abre un ancho camino a la violencia.
Nos hace falta agudizar nuestro sentido ético y nuestro sentido de responsabilidad ante los problemas que otros, tal vez más que nosotros, están viviendo, y que nos afectan a todos.

Tomado y condensado de:

Ciudad Juárez: paradigma de la impunidad.
http://www.derechoshumanos.org.mx/modules.php?name=Content&pa=showpage&pid=64

Fotos tomadas de la red.

La idea de este articulo, es escandalizar, tomar conciencia y que nos duela, porque sea quien sea un muerto por homicidio y sean donde sean... nunca deben quedar impunes...
Afrodita.

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