
Constituida en gran parte por elementos conservados desde la Edad media, tras un período de abandono la ciudad fue restaurada con fines monumentales a partir de la segunda mitad del siglo XIX, con intervención de Eugène Viollet-le-Duc, siendo declarada Patrimonio de la Humanidad por el programa de la Unesco en 1997 y catalogada como Grand site national por el Estado francés, siendo uno de los centros turísticos más visitados de Francia.

Rodeada por una doble muralla de 3 km de longitud, en su interior se conserva el aspecto de las ciudades medievales europeas con calles angostas y tortuosas, edificaciones de fachadas con entramados, barrios de artesanos y gremistas, junto con elementos propios, como el castillo de los condes de Carcasona y la basílica de Saint-Nazaire.

Según una tradición, el topónimo Carcasona deriva del nombre de una princesa sarracena protagonista de una anécdota cuya historia, elevada al rango de leyenda, remonta a los tiempos de la ocupación musulmana y del emperador Carlomagno a principios del siglo VIII.
Tras ser ocupada por las fuerzas musulmanas que acababan de conquistar el reino visigodo de Hispania y sus posesiones de Septimania, la plaza fuerte de Carcaso se dispuso a afrontar un asedio emprendido por el ejército de Carlomagno que se extendió durante cinco años. Al frente de los caballeros que defendían la ciudad se encontraba la dama Carcas, pues su esposo había resultado muerto. Al debutar el sexto año del sitio, las provisiones de alimentos y agua comenzaron a escasear y Carcas ordenó entonces realizar un inventario de los recursos todavía disponibles. La población le presentó como únicos víveres un cerdo y un saco de trigo pero a pesar de ello, la dama Carcas ideó entonces una estratagema, ordenando que se cebara el animal con todo el trigo contenido en el saco y a continuación, que se lanzara al pie de las murallas desde la torre más alta de la fortificación.
La reacción de Carlomagno y sus tropas ante el espectáculo del animal lleno de trigo que acababa de ser desperdiciado fue la de interpretar que los habitantes disponían de víveres en abundancia por lo que cayendo en el engaño y considerando inútil el ataque, dispusieron retirarse poniendo fina al asedio. A la vista del ejército imperial en retirada, Carcas ordenó que se hicieran sonar todas las campanas de la ciudad y fue en ese momento que uno de los hombres de Carlomagno exclamó:
“¡Carcas sona!”
Y añado... esta entrada es reeditada, La subo para que sirva de precedente a un Articulo en preparación sobre el Catarismo..... lerele.
6 comentarios:
Muy buen articulo, ni sabia ke existia... que bueno ke uno pueda a prender a diario, gracias .
un beso.
wawww!!!
Anna
Seguimos atentos, desconocía el catarismo y siempre apetece saber más...
Opino como el amigo Juan, siempre apetece saber más...
saludos.
Darío.
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