Lokos y Xifladas

Lokos y Xifladas

jueves, 15 de enero de 2009

MODIGLIANI El príncipe de los bohemios...


Amedeo Clemente Modigliani no fue un maestro, porque no dejó discípulos. Su obra no tuvo continuadores, tal vez porque es demasiado personal y única. En una época en que los artistas producían abundantes declaraciones de principios, manifiestos, definiciones absolutas, y formaban grupos desafiantes y aguerridos, Modigliani pintó y esculpió fuera de cualquier programa. En medio de la resaca de la producción de aquellos años, su obra emerge con una pureza y una fuerza que el tiempo no hace sino resaltar con brillo cada vez más nítido.
Amedeo nació en Livorno, en la costa Toscana, en 1884. Su madre, Eugenia, era una francesa de Marsella, y su padre, Flaminio, había nacido en Roma. Eran judíos. La familia de su padre había sido proveedora del Vaticano, a Modigliani le gustaba decir que habían sido banqueros del Papa, aunque probablemente sólo eran intermediarios en pequeñas transacciones.
A los catorce años, Amedeo -Dedo, como lo llamaban en su familia- comenzó a tomar clases de pintura con Guglielmo Micheli, un discípulo de Fattori, uno de los pintores del movimiento florentino conocido como los macchiaioli, Poco después de comenzar sus estudios de pintura, Dedo enfermó gravemente de fiebre tifoidea. Durante varias semanas estuvo próximo a la muerte, y luego pasó casi un mes con episodios alucinatorios y delirantes, y con dificultad se recuperó, aunque su salud quedó debilitada para siempre. Dos años después, los médicos diagnosticaron tuberculosis, la enfermedad que habría de matarlo.
Amedeo creció en un ambiente donde la filosofía, la literatura y la política eran los temas de discusión diaria y también los medios de subsistencia. Un académico estadounidense había contratado a Eugenia para que escribiera ensayos sobre literatura italiana, que luego él firmaba y publicaba (lo que le permitió hacerse un buen nombre como erudito en su país). Su tía Laura le dió a conocer la obra del anarquista Kropotkin. Su hermano mayor, Emmanuele, un abogado y militante socialista, fue encarcelado por motivos políticos. Los Modigliani siempre sufrieron persecuciones: los abuelos por judíos, los padres por deudas, los hijos por socialistas. Amedeo, más tarde, porque sí.
A los veintidós años de edad, Amedeo llegó a París en 1906. Llegó con algo de dinero, que gastó en muy poco tiempo. Poco previsor, se instaló en un hotel bastante caro, y comenzó a frecuentar los cafés, donde rápidamente se hizo conocer entre los artistas. En esos años, Montmartre comenzaba a resultar caro, debido en parte a la fascinación que su leyenda ejercía entre los adinerados turistas americanos, pero aún albergaba a la principal comunidad artística parisina. Cuando se le terminó el dinero, Amedeo alquiló un estudio destartalado en la zona baja de la colina, y se dedicó a la escultura y al estudio de pintura y dibujo en la academia Colarossi, un instituto muy famoso al que concurrían centenares de estudiantes.
No hay muchos datos de esos primeros años, pero algunos relatos aislados dan una idea de la impresión que rápidamente causó el joven italiano. Picasso dijo una vez: "Hay un sólo tipo en París que sabe vestirse: Modigliani". Un espectacular traje de pana ocre brillante, camisa amarilla, faja y bufanda rojas, y un sombrero negro de ala ancha, todo esto usado por un joven de una belleza sobrenatural, que se movía con gracia aristocrática, que hablaba el francés sin acento y recitaba de memoria largos pasajes de La divina comedia, hacían que su presencia se notara de inmediato cuando aparecía en la puerta de un café o en una sesión de estudio en la Colarossi.
La falta de dinero y su mala salud dificultaban su avance en el campo de la escultura, una actividad pesada y sucia, especialmente contraindicada para alguien con problemas respiratorios. Para ganar algo de dinero, recorría los cafés, donde realizaba retratos de los parroquianos, que vendía por unos pocos francos o cambiaba por un trago o un plato de comida.
En aquel entonces había dos grupos en pugna en la comunidad de los artistas: la banda de Picasso, y los seguidores de Matisse. Muy pocos quedaban fuera de la influencia de estas dos personalidades fuertes y acaparadoras. Hubo tres artistas que compartieron el rechazo a las comanditas, la marginalidad y una vida trágica: Maurice Utrillo, Chaim Soutine, y Amedeo Modigliani. Y los tres fueron grandes amigos, pese a las enormes diferencias de personalidad, ideas artísticas y formación. Fueron tres malditos, pero Amedeo recibió el título, porque el apócope de su apellido lo hacía fácil: Modi, maudit, maldito.

Las primeras noticias de una enfermedad final que aquejaba a Modigliani produjeron un alza en los precios de sus cuadros, cosa que casi pudo disfrutar el artista, ya que vendió tres cuadros en una exposición en Londres, pocos meses antes de morir. El juicio favorable de Roger Fry contribuyó a la aceptación londinense, pero los rumores eran tan difundidos que el propio Modigliani llegó a escuchar noticias de su muerte. Cuando finalmente murió, pocos meses después de la exposición, los galeristas, que no le habían dado espacio en vida, se encontraron con un paquete muy atractivo: un personaje con aura mítica, un outsider autodestructivo, el último bohemio, príncipe por el que lloraban las más bellas mujeres de París, con una obra relativamente reducida.
Muchos de sus contemporáneos lo describieron como un borracho inveterado, dependiente del haschish, camorrista y exhibicionista, y numerosos testimonios hablan de su permanente estado de enajenación. Si dejó pocas obras, no fue porque pintara poco, sino porque su carrera artística duró sólo una década. Su enfermedad pulmonar lo obligó a alejarse del trabajo en muchas ocasiones. Si a eso agregáramos un estado permanente de borrachera, como pretenden algunos, resultaría inexplicable su tasa de producción, la calidad y firme evolución de su obra.
Tal vez la mala fama proviene de su personalidad anárquica. Su marginalidad era menos peligrosa para algunos movimientos de su época si obedecía a una debilidad de carácter, que si se debía a una profunda convicción sobre el rol del artista. Para el espíritu conspirativo de los movimientos de entonces, nada era más amenazante que un individuo genial e ingobernable, que además no tenía aspiraciones de liderazgo. La obra de Modigliani le servía al sistema de producción y comercialización artística si se trataba del producto de la enfermedad y la droga: esa visión tiene la ventaja de aceptar su valor a la vez que colocarlo como indeseable. Su negativa a la ruptura con la tradición y a la organización de grupos de asalto artístico iba en contra del espíritu de la época. Modigliani fue un sedicioso tanto para los burgueses como para los vanguardistas.
Desde su adolescencia, Modigliani fue literalmente adorado por las mujeres con una unanimidad que también explica la leyenda. Todos quienes lo conocieron, cuando son invitados a hablar del pintor, comienzan por referirse a su extraordinaria belleza.
La última compañera de Modi fue la protagonista de una tragedia que enmudeció a París el 25 de enero de 1920. Jeanne Hébuterne nació en París el 6 de abril de 1898. En 1917, cuando era estudiante de pintura en la academia Colarossi, Jeanne conoció a Amedeo. Se conservan unos pocos trabajos suyos: dibujos a lápiz, de líneas fluidas, uno de ellos un retrato de Modigliani, y una pintura que representa el patio de la casa de apartamentos donde vivieron el último año de sus vidas.
El 22 de enero de 1920, Ortiz de Zárate, el pintor chileno que fue su primer amigo en París, llevó a Modigliani al hospital, inconsciente, con la ayuda de Moïse Kisling y Zborowski
Sin haber recuperado la conciencia, Amedeo murió las nueve menos diez de la noche del sábado 24 de enero.Jeanne fue llevada al hospital para ver por última vez a Modi. Poco se sabe del resto de esa noche. En algún momento de la madrugada, Jeanne fue llevada, seguramente por la escultora Chana Orloff, a la casa de sus padres. A las cuatro de la mañana del domingo, mientras sus padres y su hermano André discutían en otra habitación acerca del futuro de la muchacha y sus dos hijos ilegítimos, Jeanne abrió la ventana de su antiguo dormitorio y se arrojó a la calle.
El 27 de enero, mientras toda la comunidad de artistas formaba un impresionante cortejo fúnebre por las calles de París, acompañando el cuerpo de Modigliani al cementerio del Père Lachaise, los padres de Jeanne llevaron su cadáver en secreto al cementerio de Bagneux. En 1930, luego de diez años de súplicas, Emannuele Modigliani, el hermano mayor del pintor, convenció a los ofuscados Hébuterne para que permitieran el traslado de los restos de Jeanne a una tumba junto a la de Amedeo.
Extraido y condensado de:

http://www.henciclopedia.org.uy/autores/Rehermann/Modigliani.htm

En 2004, un desnudo de Jeanne se vendió en Sotheby’s por más de 31 millones de dólares.


“”Sólo podre pintar tus ojos cuando conozca tu alma.””

Amedeo Modigliani.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

jOER.... JOEEEE Y JOEEEEE....
PEEEEDAZOOO DE ARTICULAZO.
Graciassssssss, creo ke de cuantos hay posteados sobre Arte, esté es el mejor, pa mi gusto claro.
Muchas Gracias por tan buen articulo.
Besukis.
TIBURONX069

Anónimo dijo...

Excelente artículo!! me encantó!! acabo de ver la película de la vida de Modigliani y busqué alguna información al respecto, lo que encontré en este blog ha complementado de maravilla la información que tenía de "Modi".
FELICIDADES!!!!!!!!!!

Anónimo dijo...

Exelente tu articulo, muy completo.Fabi

Ricardo dijo...

Excelente reseña sobre la vida de este gran artista: "el último bohemio",enhorabuena!!

Mas Que Sorprendente Reloj: