Una mañana de este verano disfrutando de una apacible y solitaria playita, recostado y tomando el rico rico (y sin perejil) solecito de este paraíso en miniatura que es Gran Canaria, cuando comienzo a oír un ruido de motora acercándose. No hice caso pues es zona habitual de paseos náuticos etc. Pero cada vez el sonido era más cercano, exageradamente cercano, por lo que me recline y cual sería mi sorpresa al encontrarme justo a mis pies una gran barca, tan pegada que la tenia a tan solo 3 metros. Solo veía al que la pilotaba, un señor menudito y con gorrita vieja de lana, pero en cuestión de segundo aparecieron 15, 20 o 30 cabezas, repentinamente la barca cobró vida y comenzaron a saltar muchos niños, apenas tendrían 12 años aproximadamente.
Por supuesto que yo quedé petrificado, los cataplinos (que por cierto, los tenia al aire) se encogieron, no por miedo no, sino una sensación extraña de sorpresa y congoja al ver las caras de los niños. Nunca habían tocado el agua del mar. Algunos lloraban, otros saltaban y corrían hacia la tierra a pesar de encontrarse con agua solo hasta sus rodillas, pues la barca la embarrancaron contra la misma tierra firme.
Inmediatamente, unas de las barquitas que habían por la zona pescando se dirigió al mismo punto de la patera, muy aprisa, y en cuestión de 5 minutos ya estaba llevándosela a quien sabe donde para aprovechar su motor supongo.
Los niños, ya en la orilla, formaron un coro y comenzaron a desvestirse y cambiar sus ropas empapadas por otras secas que traían cada uno en un hatillo forrado en ese papel fino y transparente que se utiliza en las cocinas. El patrón de la embarcación, el único adulto, una vez saltaron a tierra los niños se dirigió a toda prisa hacia una población cercana (El Castillo del Romeral).
No tardaron muchos minutos en aparecer coches de la Policía Nacional, y para mi extrañeza, los niños ni se inmutaban, quedaron sentados sobre las piedras en una espera aparentemente tranquila. Al poco, ya vino el revuelo de Cruz Roja, fotógrafos de prensa, Guardia Civil y una patrulla de la Policía Municipal que trajo al patrón de la embarcación. Los fueron metiendo en los distintos vehículos....... y se los llevaron.
Al día siguiente leo en la prensa local un minúsculo articulo sobre este hecho, y me quede pensando que corto el relato de algo que tiene tanto y tanto para contar. Y no me refiero a lo que yo vi en directo, sino a esa larga historia que debe ser el plantearse mandar a un niño a un país extraño en una barcucha, cuanta y cuanta incertidumbre que tendrán esos padres, en fin.... tanta y tanta miseria que empuja a tomar medidas tan drásticas como toman esas pobres gentes. Las fotorafias las hice una vez que me coloqué el gallumbo, claro.
Por supuesto que yo quedé petrificado, los cataplinos (que por cierto, los tenia al aire) se encogieron, no por miedo no, sino una sensación extraña de sorpresa y congoja al ver las caras de los niños. Nunca habían tocado el agua del mar. Algunos lloraban, otros saltaban y corrían hacia la tierra a pesar de encontrarse con agua solo hasta sus rodillas, pues la barca la embarrancaron contra la misma tierra firme.
Inmediatamente, unas de las barquitas que habían por la zona pescando se dirigió al mismo punto de la patera, muy aprisa, y en cuestión de 5 minutos ya estaba llevándosela a quien sabe donde para aprovechar su motor supongo.
Los niños, ya en la orilla, formaron un coro y comenzaron a desvestirse y cambiar sus ropas empapadas por otras secas que traían cada uno en un hatillo forrado en ese papel fino y transparente que se utiliza en las cocinas. El patrón de la embarcación, el único adulto, una vez saltaron a tierra los niños se dirigió a toda prisa hacia una población cercana (El Castillo del Romeral).
No tardaron muchos minutos en aparecer coches de la Policía Nacional, y para mi extrañeza, los niños ni se inmutaban, quedaron sentados sobre las piedras en una espera aparentemente tranquila. Al poco, ya vino el revuelo de Cruz Roja, fotógrafos de prensa, Guardia Civil y una patrulla de la Policía Municipal que trajo al patrón de la embarcación. Los fueron metiendo en los distintos vehículos....... y se los llevaron.
Al día siguiente leo en la prensa local un minúsculo articulo sobre este hecho, y me quede pensando que corto el relato de algo que tiene tanto y tanto para contar. Y no me refiero a lo que yo vi en directo, sino a esa larga historia que debe ser el plantearse mandar a un niño a un país extraño en una barcucha, cuanta y cuanta incertidumbre que tendrán esos padres, en fin.... tanta y tanta miseria que empuja a tomar medidas tan drásticas como toman esas pobres gentes. Las fotorafias las hice una vez que me coloqué el gallumbo, claro.
Saludos, y pensemos seriamente, no solo con nuestra parte xenofoga, porfa.
1 comentario:
Debe ser triste, tener ke buscar un mejor destino de esa forma.. muy mal lo deben estar pasando antes y ahora... es triste... un beso cabesuo (K)
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