Querido Pedro,
Hoy, aprovechando mi día libre he pasado la mañana enganchada al ordenador. Por fin he puesto orden a la ingente cantidad de archivos que tenía en la carpeta de “mis documentos”. En ella me he encontrado las fotos y videos que tú y yo nos hemos hecho este año. Mirando hacia atrás, siento que estos doce meses se han esfumado sin quererlo, el tiempo a tu lado desde aquel día en que te conocí ha trascurrido rápidamente. Las fotos y los videos hablan por sí solos de todo nuestro pasado.
Todavía siento escalofríos cuando recuerdo el día en que sacaste tu diminuta cámara del bolsillo de tus pantalones, te sentaste al borde de la cama y me pediste que me desnudara para ti. No era la primera vez que lo hacía, pero sí lo era con una cámara de por medio. Me quité el vestido lentamente y me zafé de mi ropa interior no sin cierta vergüenza, mas mi ardor fue en aumento al comprobar tu excitación por mi total desnudez y el efecto que la posesión de la cámara provocaba en ti. Sé que te sentías algo voyeur, que te producía un enfermizo placer adoptar con el objetivo un papel de tercero, como si fueras un extraño curioseando sin pudor por el ojo de una cerradura. Te gustaba ver mi imagen transformada en una pequeña pantalla de LCD ¿verdad? Tu forma de tratarme parecía cambiar en esos instantes, tu voz se transformaba, tus ruegos se mutaban en órdenes y yo me dejaba llevar por la pasión y por el amor que sentía por ti.
¿Te acuerdas del video que nos grabamos aquella tarde en el sofá de mi casa cuando se puso a llover y se metió agua por la vetusta ventana del salón? Aún conservo en mi memoria cada uno de los minutos de esa jornada. Recogimos el agua entre risas mientras en el exterior tronaba ruidosamente. Te acercaste a mí, acariciaste mi cuerpo, y yo respondí de inmediato besando tus labios, palpando tu cuerpo con deseo. Nos abrazamos tiernamente no sin cierta ansiedad por sentir nuestra piel. Acercaste tu cuerpo al mío y deslizaste tus manos debajo de mi ropa. Sentí tu miembro hinchado apretando mi monte de Venus y me olvidé de la fregona. Un rayo cercano provocó un apagón y nos vimos gratamente obligados a encender las velas que compramos en aquella feria medieval a la que fuimos juntos, ya ni recuerdo el nombre del pueblo, ¡qué memoria la mía! ¿Pero, acaso necesitábamos de algo más aparte de nuestra mutua presencia? Nos quitamos apresuradamente nuestras prendas y sofocamos nuestra calentura en el sofá. Tú te empeñaste en grabar nuestra íntima escena con la cámara, pero la tenue luz que entraba por el ventanal procedente de la luna apenas fue suficiente para que se contemplara posteriormente de forma nítida. A pesar de todo, su halo espectral y la banda sonora mezcla de nuestros jadeos, gemidos y tu voz alentando el desenfreno de mi cuerpo provocan en mí recuerdos que aún me hacen estremecer.
¿Y el día en que por fin decidimos poner fecha a nuestras nupcias? Fue en la montaña ¿Lo recuerdas? Habíamos caminado todo el día, estábamos agotados y no tuvimos reparo alguno en desnudarnos y pegarnos un chapuzón en aquel riachuelo que sorpresivamente encontramos. El agua estaba gélida, mis pezones se endurecieron al instante en la primera zambullida, toda mi piel se insensibilizó por la baja temperatura, pero verte desnudo y sentir tus músculos al acariciarte hicieron que el miedo a ser observados secretamente despareciera de mi mente y que despertaran mis sentidos.
Tras el baño, hicimos el amor sobre la hierba. Eso por llamar de alguna manera a aquellos hierbajos pajizos, nada suaves y delicados. Las hierbas duras y entalladas se clavaban en mis nalgas en cada una de tus acometidas. Trascurrieron tan sólo unos minutos cuando dejé de percibir la incomodidad del lugar y acomodé mis sentidos en una única dirección: tu persona. Sólo te sentía a ti haciéndome el amor, sólo oía tu voz como una caricia expresando lo mucho que me amabas y lo mucho que deseabas compartir tu vida conmigo. En esos momentos ya no estaba en el campo, mi cuerpo flotaba sobre una nube y creía sinceramente que no podía haber mujer más dichosa que yo en el mundo. Aquel día, el video quedó perfecto, la luz del sol era nuestro aliada, el sonido que la corriente del río provocaba nuestro compañero y ciertamente, es uno de las grabaciones más bonitas y entrañables que hemos hecho juntos.
¿Y cuando me grabaste con el móvil en la boda de tu primo Pablo? Nos escapamos del baile por unos momentos y en el baño de mujeres, nos desfogamos salvajemente. Yo tenía que apretar mis labios con fuerza para no emitir sonido alguno y no ser descubiertos, ¡qué apuro pasé! En los instantes más álgidos mordía mi lengua fuertemente hasta que el dolor me vencía. Incluso tuvimos que reprimir más de una risa por los comentarios que hizo tu tía Felisa a su amiga explicando con todo detalle sus juegos onanistas cada vez que veía a su vecino hacer pesas desde su casa. Jamás pensé que tu tía tuviera tanta imaginación y toda ella centralizada en darse placer. En el diminuto baño, de pie y de cara a la pared, me hiciste el amor y grabaste la escena en tu móvil sin yo saberlo. Me estremecí cuando vi en la gran pantalla de televisión de tu casa, los primeros planos de la escena. La imagen quedó tremendamente morbosa, nunca te lo pude negar.
Gracias a ti descubrí que a mí también me excitaba ser la directora de nuestras películas, hasta hemos llegado a discutir sobre quien debía llevar el mando, casi siempre cedía yo, ¡que remedio! ¿Pero no me negarás que aquella noche que te pedí que te masturbaras delante de mi nueva cámara no fue excitante? Ya sé que tú nunca enfocabas nuestros rostros y que te enojaste al comprobar que yo sí lo había hecho. Pero cariño, tus ojos mirándome en esos momentos me estaban transformando, eran un aliciente difícil de evitar. Experimenté una gran excitación en tal sublime instante, mi clítoris se inflamó automáticamente al verte desnudo masturbándote retadoramente para mí. Ese es mi video favorito, creí haberlo perdido por completo. Me puse tan furiosa el día que sin permiso entraste en mi ordenador y creíste borrarlo... Pero soy exhaustiva en mi trabajo y siempre guardo cuidadosamente una copia en un lugar recóndito. No sabes la de veces que me he excitado con su visionado.
Sólo faltan dos meses para nuestra boda, ya está todo preparado: el restaurante, el viaje, mi vestido... Todos los invitados tienen su correspondiente felicitación y por fin nos han dado fecha para escriturar el piso de nuestros sueños. Me siento feliz en este momento ¿cómo tú verdad? Por eso, no puedo dejar de hacerte un regalo, un maravilloso regalo por todo este tiempo que hemos pasado juntos. Te mereces esto y más, eso por descontado.
Creo que tienes grandes dotes artísticas, tus cualidades como actor son excepcionales, así que he querido promocionarte y se me ha ocurrido que hoy es un buen día para hacerlo. He cogido este último video protagonizado por ti y tras aderezarlo con algo de música, lo he colgado de inmediato en Internet... No me des las gracias, sabía que te haría ilusión. Lo he incluido en varios directorios, tres lugares de visionado de videos gratuitos y lo he puesto en la carpeta compartida para que se distribuya adecuadamente gracias a las redes de intercambio de archivos. Pronto te harás famoso, tienes un futuro prometedor, te lo aseguro.
No te asustes si al llegar a mi casa contemplas esparcidos por la calle algunos de tus enseres, ya sabes que mi piso de alquiler es sumamente pequeño así que he tenido que hacer una pequeña limpieza. ¡Qué mejor que empezar por todas las cosas que has ido acumulando este año en mi casa! El portátil ya estaba viejo así que tampoco viene mal que te compres uno nuevo con más memoria para todos tus videos, son muchos los que acumulas. Me ha costado, pero he conseguido encontrar la carpeta donde guardas los videos de tu “amiga” Maite. Conociéndote, sabía que también la habrías grabado a ella. Muy ingenioso esconderlos en la carpeta de archivos del sistema... Mi paciencia ha dado sus frutos y tras abrir uno a uno cada icono, incluidas las carpetas ocultas, han aparecido por fin. Imposible buscarlo por nombre. Pero soy luchadora y no me rindo ante la adversidad. La próxima vez te aconsejo que pongas contraseñas como hago yo, es mucho más seguro.
Lo que ciertamente no llego a explicar es como, por error, me ha llegado a mi dirección un correo tuyo dirigido a la tal Maite. Esa equivocación no es propia de alguien experto en informática como tú. Pobrecito, tanto trabajo está haciendo mella en ti.
No tengo nada más que decir. Espero que tengas mucha suerte con tu nueva vida artística y que te lluevan las ofertas gracias a mi ayuda.
Adios, Mercedes.
¡Hola Maite, mi amor!
Sé que nuestra situación no es fácil y que no entiendes por qué no puedo cortar con Mercedes, pero es mejor así, te lo aseguro. Te lo he explicado cientos de veces, por eso no comprendo ahora tu repentina negativa a cogerme el teléfono. Espero que este correo te haga entrar en razón. Supongo que a medida que se acerca la fecha de mi boda estás más nerviosa, en parte lo entiendo, pero no tienes que preocuparte, ya sabes mis razones. Ni tu trabajo ni el mío son suficientes para poder vivir dignamente, eso lo sabes de sobra, me niego a vivir una vida mediocre, mirando el dinero, agobiado por llegar a finales de mes sin números rojos. Mercedes ahora no dispone de capital, pero sus padres dudo que vivan mucho, sus achaques cada vez son más frecuentes y en breve, Mercedes, como única hija, será heredera universal de un pequeño imperio. Ella está loca por mí y siempre ha sido partidaria de compartirlo todo. ¿Te lo imaginas? Tú y yo podríamos vernos como ahora, e incluso más si tú quieres, sabes que te amo con locura. Imagino que eres tú con la que hago el amor cada vez que me acuesto con Mercedes y siento que no podría seguir viviendo si desapareces de mi vida. Sólo te pido paciencia y comprensión. Nuestra pasión no se va a diluir porque yo me case, eso te lo prometo. Sabes que no hay más mujer en el mundo que tú y que a veces el camino se hace duro. Jamás he disfrutado con nadie como contigo, tú eres mi inspiración. Los videos que te he grabado son una muestra de ello, nunca podría hacer nada parecido con Mercedes, ya te he contado lo sosa y recatada que es.
Te necesito, llámame por favor.
Hoy, aprovechando mi día libre he pasado la mañana enganchada al ordenador. Por fin he puesto orden a la ingente cantidad de archivos que tenía en la carpeta de “mis documentos”. En ella me he encontrado las fotos y videos que tú y yo nos hemos hecho este año. Mirando hacia atrás, siento que estos doce meses se han esfumado sin quererlo, el tiempo a tu lado desde aquel día en que te conocí ha trascurrido rápidamente. Las fotos y los videos hablan por sí solos de todo nuestro pasado.
Todavía siento escalofríos cuando recuerdo el día en que sacaste tu diminuta cámara del bolsillo de tus pantalones, te sentaste al borde de la cama y me pediste que me desnudara para ti. No era la primera vez que lo hacía, pero sí lo era con una cámara de por medio. Me quité el vestido lentamente y me zafé de mi ropa interior no sin cierta vergüenza, mas mi ardor fue en aumento al comprobar tu excitación por mi total desnudez y el efecto que la posesión de la cámara provocaba en ti. Sé que te sentías algo voyeur, que te producía un enfermizo placer adoptar con el objetivo un papel de tercero, como si fueras un extraño curioseando sin pudor por el ojo de una cerradura. Te gustaba ver mi imagen transformada en una pequeña pantalla de LCD ¿verdad? Tu forma de tratarme parecía cambiar en esos instantes, tu voz se transformaba, tus ruegos se mutaban en órdenes y yo me dejaba llevar por la pasión y por el amor que sentía por ti.
¿Te acuerdas del video que nos grabamos aquella tarde en el sofá de mi casa cuando se puso a llover y se metió agua por la vetusta ventana del salón? Aún conservo en mi memoria cada uno de los minutos de esa jornada. Recogimos el agua entre risas mientras en el exterior tronaba ruidosamente. Te acercaste a mí, acariciaste mi cuerpo, y yo respondí de inmediato besando tus labios, palpando tu cuerpo con deseo. Nos abrazamos tiernamente no sin cierta ansiedad por sentir nuestra piel. Acercaste tu cuerpo al mío y deslizaste tus manos debajo de mi ropa. Sentí tu miembro hinchado apretando mi monte de Venus y me olvidé de la fregona. Un rayo cercano provocó un apagón y nos vimos gratamente obligados a encender las velas que compramos en aquella feria medieval a la que fuimos juntos, ya ni recuerdo el nombre del pueblo, ¡qué memoria la mía! ¿Pero, acaso necesitábamos de algo más aparte de nuestra mutua presencia? Nos quitamos apresuradamente nuestras prendas y sofocamos nuestra calentura en el sofá. Tú te empeñaste en grabar nuestra íntima escena con la cámara, pero la tenue luz que entraba por el ventanal procedente de la luna apenas fue suficiente para que se contemplara posteriormente de forma nítida. A pesar de todo, su halo espectral y la banda sonora mezcla de nuestros jadeos, gemidos y tu voz alentando el desenfreno de mi cuerpo provocan en mí recuerdos que aún me hacen estremecer.
¿Y el día en que por fin decidimos poner fecha a nuestras nupcias? Fue en la montaña ¿Lo recuerdas? Habíamos caminado todo el día, estábamos agotados y no tuvimos reparo alguno en desnudarnos y pegarnos un chapuzón en aquel riachuelo que sorpresivamente encontramos. El agua estaba gélida, mis pezones se endurecieron al instante en la primera zambullida, toda mi piel se insensibilizó por la baja temperatura, pero verte desnudo y sentir tus músculos al acariciarte hicieron que el miedo a ser observados secretamente despareciera de mi mente y que despertaran mis sentidos.
Tras el baño, hicimos el amor sobre la hierba. Eso por llamar de alguna manera a aquellos hierbajos pajizos, nada suaves y delicados. Las hierbas duras y entalladas se clavaban en mis nalgas en cada una de tus acometidas. Trascurrieron tan sólo unos minutos cuando dejé de percibir la incomodidad del lugar y acomodé mis sentidos en una única dirección: tu persona. Sólo te sentía a ti haciéndome el amor, sólo oía tu voz como una caricia expresando lo mucho que me amabas y lo mucho que deseabas compartir tu vida conmigo. En esos momentos ya no estaba en el campo, mi cuerpo flotaba sobre una nube y creía sinceramente que no podía haber mujer más dichosa que yo en el mundo. Aquel día, el video quedó perfecto, la luz del sol era nuestro aliada, el sonido que la corriente del río provocaba nuestro compañero y ciertamente, es uno de las grabaciones más bonitas y entrañables que hemos hecho juntos.
¿Y cuando me grabaste con el móvil en la boda de tu primo Pablo? Nos escapamos del baile por unos momentos y en el baño de mujeres, nos desfogamos salvajemente. Yo tenía que apretar mis labios con fuerza para no emitir sonido alguno y no ser descubiertos, ¡qué apuro pasé! En los instantes más álgidos mordía mi lengua fuertemente hasta que el dolor me vencía. Incluso tuvimos que reprimir más de una risa por los comentarios que hizo tu tía Felisa a su amiga explicando con todo detalle sus juegos onanistas cada vez que veía a su vecino hacer pesas desde su casa. Jamás pensé que tu tía tuviera tanta imaginación y toda ella centralizada en darse placer. En el diminuto baño, de pie y de cara a la pared, me hiciste el amor y grabaste la escena en tu móvil sin yo saberlo. Me estremecí cuando vi en la gran pantalla de televisión de tu casa, los primeros planos de la escena. La imagen quedó tremendamente morbosa, nunca te lo pude negar.
Gracias a ti descubrí que a mí también me excitaba ser la directora de nuestras películas, hasta hemos llegado a discutir sobre quien debía llevar el mando, casi siempre cedía yo, ¡que remedio! ¿Pero no me negarás que aquella noche que te pedí que te masturbaras delante de mi nueva cámara no fue excitante? Ya sé que tú nunca enfocabas nuestros rostros y que te enojaste al comprobar que yo sí lo había hecho. Pero cariño, tus ojos mirándome en esos momentos me estaban transformando, eran un aliciente difícil de evitar. Experimenté una gran excitación en tal sublime instante, mi clítoris se inflamó automáticamente al verte desnudo masturbándote retadoramente para mí. Ese es mi video favorito, creí haberlo perdido por completo. Me puse tan furiosa el día que sin permiso entraste en mi ordenador y creíste borrarlo... Pero soy exhaustiva en mi trabajo y siempre guardo cuidadosamente una copia en un lugar recóndito. No sabes la de veces que me he excitado con su visionado.
Sólo faltan dos meses para nuestra boda, ya está todo preparado: el restaurante, el viaje, mi vestido... Todos los invitados tienen su correspondiente felicitación y por fin nos han dado fecha para escriturar el piso de nuestros sueños. Me siento feliz en este momento ¿cómo tú verdad? Por eso, no puedo dejar de hacerte un regalo, un maravilloso regalo por todo este tiempo que hemos pasado juntos. Te mereces esto y más, eso por descontado.
Creo que tienes grandes dotes artísticas, tus cualidades como actor son excepcionales, así que he querido promocionarte y se me ha ocurrido que hoy es un buen día para hacerlo. He cogido este último video protagonizado por ti y tras aderezarlo con algo de música, lo he colgado de inmediato en Internet... No me des las gracias, sabía que te haría ilusión. Lo he incluido en varios directorios, tres lugares de visionado de videos gratuitos y lo he puesto en la carpeta compartida para que se distribuya adecuadamente gracias a las redes de intercambio de archivos. Pronto te harás famoso, tienes un futuro prometedor, te lo aseguro.
No te asustes si al llegar a mi casa contemplas esparcidos por la calle algunos de tus enseres, ya sabes que mi piso de alquiler es sumamente pequeño así que he tenido que hacer una pequeña limpieza. ¡Qué mejor que empezar por todas las cosas que has ido acumulando este año en mi casa! El portátil ya estaba viejo así que tampoco viene mal que te compres uno nuevo con más memoria para todos tus videos, son muchos los que acumulas. Me ha costado, pero he conseguido encontrar la carpeta donde guardas los videos de tu “amiga” Maite. Conociéndote, sabía que también la habrías grabado a ella. Muy ingenioso esconderlos en la carpeta de archivos del sistema... Mi paciencia ha dado sus frutos y tras abrir uno a uno cada icono, incluidas las carpetas ocultas, han aparecido por fin. Imposible buscarlo por nombre. Pero soy luchadora y no me rindo ante la adversidad. La próxima vez te aconsejo que pongas contraseñas como hago yo, es mucho más seguro.
Lo que ciertamente no llego a explicar es como, por error, me ha llegado a mi dirección un correo tuyo dirigido a la tal Maite. Esa equivocación no es propia de alguien experto en informática como tú. Pobrecito, tanto trabajo está haciendo mella en ti.
No tengo nada más que decir. Espero que tengas mucha suerte con tu nueva vida artística y que te lluevan las ofertas gracias a mi ayuda.
Adios, Mercedes.
¡Hola Maite, mi amor!
Sé que nuestra situación no es fácil y que no entiendes por qué no puedo cortar con Mercedes, pero es mejor así, te lo aseguro. Te lo he explicado cientos de veces, por eso no comprendo ahora tu repentina negativa a cogerme el teléfono. Espero que este correo te haga entrar en razón. Supongo que a medida que se acerca la fecha de mi boda estás más nerviosa, en parte lo entiendo, pero no tienes que preocuparte, ya sabes mis razones. Ni tu trabajo ni el mío son suficientes para poder vivir dignamente, eso lo sabes de sobra, me niego a vivir una vida mediocre, mirando el dinero, agobiado por llegar a finales de mes sin números rojos. Mercedes ahora no dispone de capital, pero sus padres dudo que vivan mucho, sus achaques cada vez son más frecuentes y en breve, Mercedes, como única hija, será heredera universal de un pequeño imperio. Ella está loca por mí y siempre ha sido partidaria de compartirlo todo. ¿Te lo imaginas? Tú y yo podríamos vernos como ahora, e incluso más si tú quieres, sabes que te amo con locura. Imagino que eres tú con la que hago el amor cada vez que me acuesto con Mercedes y siento que no podría seguir viviendo si desapareces de mi vida. Sólo te pido paciencia y comprensión. Nuestra pasión no se va a diluir porque yo me case, eso te lo prometo. Sabes que no hay más mujer en el mundo que tú y que a veces el camino se hace duro. Jamás he disfrutado con nadie como contigo, tú eres mi inspiración. Los videos que te he grabado son una muestra de ello, nunca podría hacer nada parecido con Mercedes, ya te he contado lo sosa y recatada que es.
Te necesito, llámame por favor.
Fdo: Alice Carroll
3 comentarios:
ouchhhhhhhhhhhhhh..!!! see sfumo esa herencia :P muy bueno cielo, muackssssssssssssssssssssssss
wuauuu, pues ya me lo decia una amiga, el amor es ciego, por eso hay k vigilarlo siempre con un ojo abierto...xD..con los ojos abiertos se ven venir antes los palos...:S..muy bueno tibu...
Ja ja ja, he descubierto casualmente tu blog y mi relato. Muy monas las fotos que has puesto para ilustrarlo y creo que el título de "Trío de emails" es genial, mejor que el de "Querido Pedro"
Besos.
Alice Carroll
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