Lokos y Xifladas

Lokos y Xifladas

domingo, 28 de octubre de 2007

Nuestra Primera Vez (I)

Conocí a Viqui hace cuatro años, fue compañera mía de trabajo durante varios meses, hasta que tuvo que mudarse a otra ciudad, pero en ese tiempo congeniamos bastante bien y nos hicimos casi inseparables, desayunábamos juntas, íbamos juntas de compras, y los fines de semana salíamos con nuestros maridos, se venían a comer a casa o comíamos nosotros en la suya, veíamos películas, salíamos de tapeo y demás cosas, pero era una época de nuestra vida en la que aún no habíamos probado los otros lados del sexo, aunque tanto José como yo ya hacía tiempo que teníamos fantasías, y ganas de probar algo nuevo, y cada vez hablábamos más en la cama de Viqui y su marido, bromeando sobre lo que nos gustaría hacer.
Fue un viernes cuando Viqui me dijo que Ignacio y ella se iban a pasar el fin de semana a una casa que tienen en un pueblecito, y me preguntó si nos apetecía ir con ellos. Tras hablar por el móvil con mi José, le dije que sí.
A media tarde estábamos en el pueblo, un sitio perdido en medio de la montaña que parecía una postal navideña por la nieve que cubría las calles y las casas, precioso si no fuese por el frío que hacía. La casa era muy acogedora, sobre todo por su salón, amplio y con una gran chimenea. José e Ignacio fueron a por leña y nosotras nos quedamos organizando un poco la casa, y las indirectas de Viqui empezaron ahí cuando me preguntó que qué habitación preferíamos para dormir. Nos da lo mismo, le dije, y ella me soltó que ya verás con el frío que hace, casi preferirías que durmiésemos los cuatro en un colchón frente a la chimenea. Lo dijo como bromeando, pero en su voz y en su mirada había algo más que no me pasó desapercibido, así que yo le lancé la mía y le dije, también como bromeando, no te preocupes que si pasamos frío te despierto para que durmamos juntitos... Las dos nos reímos como unas tontas, y poco después, como quien no quiere la cosa, intercambiamos opiniones sobre nuestros maridos y coincidimos en que los dos eran muy atractivos. Las dos sabíamos a dónde queríamos llegar a parar, pero ninguna dio el paso definitivo, yo tenía unas ganas terribles pero antes quería hablarlo con mi José.
Esa noche no pasó nada. Cenamos frente a la chimenea, charlamos, jugamos a las cartas, y Viqui y yo cruzándonos miraditas y sonrisitas que no se le escaparon ni a mi José ni a Ignacio. En cuanto nos metimos en la habitación José me preguntó que qué nos llevábamos entre manos las dos, así que le conté lo que había pasado, lo que nos calentó bastante y nos llevó directos a la cama, donde mi José me folló, tan cachonda como estaba a esas alturas de la noche, y se ve que a Viqui y a Ignacio les pasó algo parecido, porque enseguida oímos sus gemidos, así que supusimos que ellos también nos oirían a nosotros, lo que nos puso aún más calientes...
Después José y yo estuvimos hablando sobre la posibilidad de hacerlo con Viqui e Ignacio, y aunque algo nerviosos pero decididos, acordamos que yo hablaría claramente con Viqui al día siguiente, pero la imaginación nos desbordaba y José me tentaba con sus tonterías, diciéndome que él era Ignacio y que quería que se la chupase, nos metimos en el juego y acabamos echando otro polvo que seguro que no dejó dormir a Viqui y a Ignacio.
Por la mañana, cuando entré a la cocina me encontré con Viqui, que me dio los buenos días con una sonrisita... Yo no podía aguantarlo más, así que le dije mirándola a los ojos y con un tono que no dejaba lugar a dudas, Viqui, esta noche hemos pasado frío..., ¿Has visto? Ya te lo dije..., así que si Ignacio y tú queréis dormimos juntos esta noche... Nos gustaría, pero no lo hemos hecho nunca... Nosotros tampoco, pero José y yo lo hemos hablado y estamos dispuestos... Nosotros también queremos probar...
Y nos dimos un beso, en la cocina a las diez de la mañana, entre el olor a café recién hecho. Mi primer beso con una chica, tímidas al principio, sólo los labios, sin apenas tocarnos, poco a poco las lenguas, muy lentas y dulces. Fue una sensación extraordinaria que me hizo sentir extraña, con el pecho embargado de calor a pesar del frío que hacía tan temprano. Fue Viqui la que paró, retrocedió un poco y me susurró en la oreja que mejor esperásemos a la noche, después de cenar, cuando estuviésemos todos. Y... ¿cómo empezamos?, le pregunté, medio atontada todavía. ¿Qué te parece por donde lo hemos dejado, y que se nos unan José e Ignacio después...?, sugirió. Le dije vale y, aturdida como estaba, me volví a la habitación, desperté a José y le conté lo que acababa de pasar. Vaya cara que puso, aunque supuse que al lado de la que se me habría quedado a mí después del beso no sería para tanto.
El día pasó como un paréntesis, los cuatro sabíamos lo que íbamos a hacer y parecía que sólo estábamos esperando. Paseamos abrigados, hablamos, comimos fuera, café, charla y no eran ni las ocho de la tarde cuando a todos nos entró hambre y decidimos cenar, nerviosos e impacientes los cuatro.
Mientras Viqui y yo hacíamos la cena, José e Ignacio fueron a por más leña. Nosotras, además, hablamos sobre lo que íbamos a hacer, excitadas las dos, y pensamos cómo podríamos conducirlo para que fuese bien.
Después de cenar apartamos la mesa de enfrente de la chimenea y entre José e Ignacio pusieron dos colchones en su lugar, y sobre ellos nos sentamos, con las bebidas en una mesita y las cartas para jugar al strippoker. Poco a poco fuimos perdiendo prendas, José fue el primero en quedarse desnudo y Viqui la última. A la luz de la chimenea y de una lamparita de pie, observábamos con cierta timidez y con miradas rápidas los cuerpos hasta ahora desconocidos, y la excitación de los cuatro crecía. Yo mirando la polla de Ignacio, los pechos de Viqui, sus piernas, sus bragas, la cara de mi José, su polla; Viqui mirando mis pechos, mi coño, a mi José, su polla...; Ignacio mirándome; José mirándome, mirando a Viqui, a Ignacio...
La idea del strippoker había sido de Viqui, yo había propuesto jugar a beso, atrevimiento o verdad. Viqui se quitó las bragas y los calcetines para quedarse como nosotros y, mirándome a los ojos me preguntó ¿beso, atrevimiento o verdad...? Atrevimiento, respondí. ¿A que no te atreves a besar a José mientras se la tocas? Así que me acerqué a José y comenzamos a besarnos mientras llevaba mi mano a su polla y comenzaba a acariciarla, tocarla, tocarle sus huevos, ¿y por qué no se la chupo?, pensé, y fue lo que hice, bajando por su pecho con mi boca hasta llegar a su polla, muy despacio, y mientras se la chupaba miraba a Viqui y a Ignacio, que no perdían detalle.
Ahora te toca a ti, le dije a Viqui tras sacarme la polla de mi José de la boca. ¿Beso, atrevimiento o verdad?, le pregunté. Lo mismo que tú... ¿A que no te atreves... a darme un morreo...? De rodillas se vino hacia mí y comenzamos a besarnos, esta vez nos comimos la boca y la lengua mientras nos acariciábamos y nuestros maridos nos miraban y nosotras los mirábamos, José con la polla todavía dura e Ignacio con la suya creciendo, los dos embobados mirándonos, a mí el corazón me bombeaba con más fuerza de lo normal y volvía a notar el calor por dentro de mi cuerpo.
(Continuará...)

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