Lokos y Xifladas

Lokos y Xifladas

domingo, 18 de noviembre de 2007

Sylvia y yo. (I)





Conocí a Sylvia en Internet, en uno de esos Chats de Amistad donde la mayoría de los presentes buscan sexo. Desde un primer momento ella me atrajo, me sedujo, a pesar de no entablar ninguna de las típicas conversaciones tontas como: ¿cuanto te mide?? ¿Tienes tus tetas grandes y duras?? Pues no, entablamos conversaciones normales, inteligentes, a pesar de que ambos intuíamos ser personas con una alta dosis de sensualidad.
Nuestro comienzo lo considero curioso. Ella me envió algunas fotos eróticas, más bien pornos. Cada vez que las recibía mi miembro se excitaba, fantaseaba imaginando que los personajes que observaba en las más diversas posturas éramos nosotros dos. Y por supuesto, me acariciaba excitado, acabando por masturbarme.
A pesar de llamarnos algunas veces por teléfono, y de estar deseoso de mantener una conversación “subida de tono”, no llegamos hacerlo. Sin saber exactamente el porqué, me frenaba bastante a la hora de “comenzar”, lo que no quiere decir que no se mencionara el tema, yo siempre buscaba el momento oportuno en que introducir alguna que otra picardía en nuestras conversaciones.
Como personas sensuales, perceptivas y llenas de imaginación, hemos tocado en varias ocasiones el asunto de las fantasías sexuales. Y ésta que relato a continuación suele estar muy a menudo en mi cabecita “calenturienta”, y para ser sincero al cien por cien… si no en su conjunto… si que buena parte, también en la de ella.
Me imagino un día cualquiera, en que ella regresa del trabajo, algo cansada y deseando darse una ducha . La espero con un delantal, sin más, un pequeño delantal que deja el resto de mi cuerpo al descubierto. Me gusta sorprenderla con algo diferente, que salga de lo típico y cotidiano.
Ella entra, mirándome con cara inquisitiva ordena que me acerque. Por supuesto que tardo poco en acercarme, apretarla entre mis brazos y besarla. No hay forma de describir las sensaciones que emanan al sentir sus labios y lengua rozándose con los míos, simplemente puedo decir que tan solo juntarse nuestras bocas, mi miembro parece resurgir de un sueño y comienza a palpitar y endurecerse.
De golpe ella, apoyando sus manos abiertas sobre mi pecho me separa, y con un dedo indica el suelo, ordenándome que me arrodille ante ella, señal inequívoca; hoy desea dominarme. Lleva una falda corta que realza sus largas, suaves y bien proporcionadas piernas, su blusa entreabierta deja entrever esos pechos que tantas noches me privan de dormir, que consiguen enloquecerme según los acerco a mi mano o mi boca. Poco me cuesta obedecerla, y muy solícitamente me arrodillo ante ella, acaricio esos lindos muslos y siento su mano en la nuca que me acerca aún más. Comienzo a besarlos, deseoso, ávido de complacerla y hacerla gozar. Mis manos buscan sus nalgas para acariciarlas y darles pequeños pellizcos, mientras mi boca va acercándose cada vez mas a su sexo, que ya exhala efluvios de delirio. Puedo olerla, incluso veo que sus braguitas están impregnadas de su rico néctar.
Poco tardo en llegar a esa fuente de éxtasis y comienzo a rozarla con la punta de mi lengua, primero sobre sus bragas, suavemente al principio, apenas acariciándolo, pasando mi lengua, sin lanzarme aún de lleno, ya que pretendo estimularla, buscar la cumbre de su deseo, que ansíe más y más, oírla suplicarme cada uno de sus caprichos carnales y colmarla de placer. Continúo lentamente, abriendo sus piernas mediante caricias por el interior de sus muslos, dejando un camino húmedo con mi lengua, para continuar mis manos el camino hacia sus nalgas que aprieto con fuerza, como si intentase arrancarlas. Dios como disfruto …. La manoseo y pellizco, las caricias y besos hacen que ella transforme su cara, elevo mis ojos mientras continuo besándola y lamiéndola… ummmmm me hace delirar. Por mas que intento no llegar a su sexo y poder aumentar su deseo, me resulta imposible no llevar mi boca a él… Aparto con mis dedos sus braguitas. Mi lengua cosquillea su clítoris, convertido en un pequeño pene lleno de puntos sensitivos, ardiente y húmeda de sus propios jugos que bañan mi boca, convertido en un ser irracional, porque todo hay que decirlo, sus esencias me embriagan, sacándome de todo entendimiento. Cuando la saboreo, no soy yo, sino un animal que solo desea convertirla en otro ser irracional, mutarla en una diosa del sexo, pero Diosa con mayúsculas.

Hoy le tengo preparada una sorpresa, una grata sorpresa, por lo que me esmero más aún si cabe en provocarla, incitarla, estimularla. Convertir su cerebro en una maquina productora de deseo,
Elevo la vista para no perder detalle de su cara, ver como por su boca abierta sale una lengua que va rozando sus labios, mientras emite pequeños gemidos, señal inequívoca de que está a punto de empapar mi boca con su esencia, con su corrida. En estos momentos siempre deseo oírla pronunciar palabras soeces, perdido el norte, oigo en mis sueños como dice: Cabrón... sigue así , jodido cabrón ummm me gusta que lo comas así, siii, lámeme como un perro, si continúas mamándome así te premiaré con mis jugos, y te empaparé toda tu cara de cabronazo..... ¿La quieres???? ¿Quieres que te eche mi corrida encima????? Bébeme ....... bebe mi corrida.
Sus palabras provocan en mi un aumento de la excitación, me vuelve loco esta mujer, olvido medir mis reacciones, quito el freno y mi boca enloquece, entro y salgo de su vagina-ano, ano - vagina, mis dedos imitan los movimientos de mi lengua ocupando inmediatamente el lugar dejado por ella, en ocasiones ni eso, entran en su vagina aunque esté ocupada por mi apéndice bucal. No paro de entrar y salir de sus agujeros buscando la llave que abra su manantial. Deseo beber su néctar, le pido que se corra en mi boca sedienta de su licor. Pero no lo pido de cualquier forma, en esta situación no puedo contenerme ni quiero tampoco, la rebauticé de todas las formas posibles, eso si, de todas las formas más lascivas que en ese momento mi mente pudo recordar. Me ha convertido en un guarro, en su puto, su esclavo, haría cualquier cosa en estos momentos por ella con tal de complacer a mi puta, mi zorra , hacerla disfrutar como nunca antes lo había hecho.
Aún la esperaba su sorpresa. Mientras Sylvia estaba situada a gatas y la comía por detrás, “su sorpresa” asomó por el resquicio de la puerta, observándonos en silencio, intentando que su presencia no fuera advertida aún. Sabiendo que ella estaría en su observatorio, miré de reojo y vi que su rostro reflejaba excitación al ver a Mi Diosa de esta forma, a cuatro patas, caliente, ummmm la sorpresa “prometía”.
Marga era una prostituta, eso si, una delicada prostituta. La contacté por teléfono quedando en verla el día antes de contratar sus servicios. En cuanto la vi supe que le gustaría a Sylvia. Era guapa, atractiva, muy sensual y Femenina, muy femenina. Tenía un cuerpo escultural, buenos y lindos pechos, una 95. Su silueta cimbreante levantaría pasiones en Sylvia…. Estaba seguro de ello …
La forma de producirse el “encuentro” lo estuve meditando largamente, más bien largo y tendido, porque solo en pensar en las diferentes situaciones me excitaba muchísimo y acababa tocándome, masturbándome.........
Entre las muchas que pasaron por mi cabeza, decidí escoger una, creo que muy excitante, y poco brusca o violenta, no quería que en ningún momento se sintiese violentada, profanada, tan solo quería complacerla y que disfrutase una de sus tantas fantasías sexuales.
Como comentaba, estábamos Sylvia y yo en plena faena amatoria, comiéndole su encantador coñito, cuando la recosté boca arriba, la puse un pañuelo negro en sus ojos, de forma que no viese absolutamente nada, até sus manos al cabecero de la cama de forma que sus brazos quedasen casi en “cruz”......... y continúe besándola y acariciándola por toda su piel. Ella estaba algo más que excitada, por su boca no paraban de brotar palabras en forma de osadías apenas inteligibles que no hacían si no aumentar mi excitación. Mientras unos dedos acariciaban sus pezones, apretándolos, estirándolos y produciéndole un punto de dolor y placer, sabía que le gustaba, mi otra mano, se entretenía en su coño, abriendo sus labios, acariciando con índice su clítoris, para luego penetrarla con el. Pretendía abarcar cada uno de sus puntos erógenos, darle a la vez el máximo placer que tuviese en “mis manos”…. Nunca mejor dicho.
Miré a Marga, no paraba de tocar su coño, allí de pie, observándonos en su escondrijo. Estaba claro que le encantaba cuanto veía. Con ese dedo empapado de los jugos de Sylvia, le hice una seña para que se acercase. Quería que Sylvia sin saber nada aún, comenzase a sentir cuatro manos tocándola, dos bocas besándola, todo ello a la vez. Así, de sorpresa, que al sentirse tocada tan intensamente se preguntara lo que sucedía, que pasaba. Y tal como había yo imaginado en mis pensamientos ella se relamía, su boca se abrió al notar como mis dedos apretaban cada uno de sus duros pezones, los estiraba, mientras sentía como otros dedos acariciaban su coño húmedo y caliente. A la vez, ya que sus piernas estaban completamente abiertas, podía sentir como una lengua le roza su clítoris, absorbiéndolo. Su cara, o mejor dicho lo que su pañuelo dejaba entrever, se había convertido en todo un poema, denotaba sorpresa, euforia, ardor, goce, si, todo eso y mucho más.
Al estar arrodillado cerca de su cabeza, viendo como abría su boca sin atreverse a decir palabra, entretenido en complacer a sus excitados pezones, acerqué mi polla a su boca, se la introduje, se la follé. Quería que Sylvia se sintiera follada por todos y cada uno de sus agujeros, que ninguna de sus cuevas de placer prescindiera de ser penetrada, folladas a la vez. Marga, la caliente prostituta lo intuyó, y comenzó a introducirle los dedos en su vagina, mientras con otro entraba y salía del culo de Mi Diosa.
Ella gozaba como perra en celo, no hay forma de describir lo que el cuerpo de Sylvia comunicaba, trasmitía. Su boca mamaba mi polla como nunca lo había hecho anteriormente, y no precisamente porque antes lo hiciese mal, noo, todo lo contrario, sentir una mamada de Sylvia era una delicia indescriptible. Pero en esta ocasión su empeño era mucho mayor, podía sentir como su lengua enloquecida lamía y relamía mi prepucio, como sus labios buscaban rozar y abarcar la totalidad de mi polla, enloquecida por tanto placer que se le brindaba.
Estaba a punto de correrme, por lo que saqué mi polla de su boca. No quería correrme aun, noo, quería que mi Sylvia gozará lo más posible, quería darle una larga noche de placer inmenso. Marga no paraba de jugar con su coño y acercarle su lengua. Acerque mis manos a la cara de Sylvia y lentamente fui quitando su venda, era el momento para que viese con sus propios ojos a esa otra mujer que la tocaba, que la follaba con dedos y lengua, y le producía tanto, tantísimo disfrute. Sylvia al verla puso cara de sorpresa y agrado, aprobación. Le gustó, no solo por el placer que le estaba produciendo, también le gustó su cara, sus pechos, su cuerpo que podía ver arrodillado bajo ella, a la altura de su sexo. Marga agradeció su gesto de conformidad bajando la cabeza y metiéndola en medio de las piernas muy abiertas de Sylvia, besándole el coño con fruición, con ansias.
Yo deseaba participar, quería que nos sintiera a los dos entregados a la búsqueda de su placer, de su disfrute. Bajé mi cabeza, y apoyando la cintura de Sylvia sobre un cojín dejé todo tu centro de placer elevado, más a la vista de nuestros ojos, más proclive a permitir que nuestras dos bocas la buscasen con avidez y se entrelazaran entre ellas mientras recorrían su coño, sus labios vaginales, su ano.
Mi Diosa elevaba la cabeza intentando no perderse detalle de este festín, pero el propio placer la hacia caer de espaldas sobre la cama, estirando su cuello hacia atrás, no tenía control sobre su cuerpo, gozaba como nunca lo había hecho. Volvía a elevarse para continuar regocijándose con la visión de aquella bella mujer y su hombre comiendo su coño a la vez, quería ver como nuestras lenguas se rozaban y como se perdían dentro de cada agujero, y se lo dimos... colocamos un espejo grande, de pie, de tal forma que pudiese ver aquel placentero espectáculo a la vez que lo sentía. Cuando mis tareas en lamerla me lo permitía,, elevaba mis ojos para ver su cara, quería ver lo que su rostro reflejaba. No tengo palabras para explicar lo que vi. Era tal el éxtasis de Sylvia que no había visto nunca hasta hoy tanta lujuria reflejada en un rostro. Nunca....
Ni que decir tiene que su orgasmo nos deleito, nos bañó el rostro llenándonos de su néctar en varias ocasiones, tuvo un cúmulo de corridas continuadas, casi sin tiempo entre ellas, a cada cual más intensa y prolongada.
Sin darle tregua, ordené a Sylvia que se colocase a gatas, que me ofreciera su culo en toda su extensión. Quería penetrarla por detrás, follar su coño con mi polla mientras a la vez le introducía un dedo en su culo. Ella, solícita, no tardó en situarse a gatas, con su trasero bien en pompa, abriendo ligeramente sus piernas, con sus manos apartaba sus nalgas dejando al descubierto su agujero negro.... Dioss como me gustó esa visión.... allí delante la tenía, mi Diosa del Sexo... abierta toda para mi, sin dudarlo, acerque mi boca a su culo y lo escupí, varias veces eche mi saliva en su jodido agujero. Quería mojárselo aún más, escupiéndoselo. Mientras, Marga se colocaba delante de ella, boca arriba, abriendo bien sus piernas, ofreciéndole su coño. Oí como le decía: “lo se, sé que estas deseando lamerme mi conejito.... lo noto en tu cara, estás deseosa de meterme tu lengua en él y follarmelo.... Mírame, míralo, cómemelo.... quiero sentir tu boca exhalando el aire cálido, quiero sentir tus labios húmedos y tu lengua por todo mi coño... Comételo Sylvia...te lo suplico... haz tuyo este conejito...”
No aguantaba más, tenía que follarla, introduje mi polla en su coño, sintiéndolo dilatado, húmedo, muy húmedo y calido... muy cálido. Sinceramente, difícil me será explicar todo lo que sentí. Muy difícil.... No era por mi propio placer al sentirla, al follarla, lo que más me sobreexcitaba era el saber que Mi Diosa estaba fuera de si, que gozaba como nunca anteriormente lo había hecho. Verla penetrada por mi polla, mis dedos entrando y saliendo de su ano, y su boca...... su lengua entrando y saliendo del coño de Marga.... Diosss que excitado estaba....
Me movía como un salvaje, agarrando sus cabellos la cabalgue como si fuese una yegua salvaje, como si la estuviese domando..... en cierto sentido, así era. Con mis manos le atizaba en su culo, mis tortas iban en aumento, más aún al oír sus gemidos, velados por el coño de Marga en su boca. Me convertí en un cerdo, mi boca no dejaba de decir esas palabras que tanto me excitaban, nunca antes había sido tan guarro con ella, pero tampoco nunca antes había sentido y palpado tantísimo placer.
No tardamos mucho en corrernos los tres, al unísono, cada uno de nosotros escuchando como los gemidos de los otros iban en aumento, subían en intensidad, hasta que sin poderlo contener, estallamos en un orgasmo colectivo inolvidable, gritando como posesos, los tres. Estallé dentro de Sylvia, su coño lo llené de mi semen.... Ella a su vez, experimentó un orgasmo irrepetible, no solo por sentir mi leche caliente y abundante bañarle todo su sexo, no, a la vez mis dedos acariciaban y apretaban entre ellos su clítoris y su boca se llenaba con los flujos producto de la corrida de Marga .... Sylvia había sido llenada de néctares en todos cada uno de sus rincones. Mi Diosa estaba tal como habíamos deseado...... Gozosa.... Extasiada.... Satisfecha... Radiante... Embelesada de tanto placer recibido.
Nos quedamos un tiempo tumbados sobre la cama, en silencio, saboreando cada una de las sensaciones, paladeando en nuestras bocas los sabores dejados por los sexos acariciados con nuestros labios. No sin dejar de acariciarnos…. Queríamos continuar con nuestras pieles unidas.
Así, en esta situación, conseguí inclinarme para mirar a Sylvia, a mi Diosa, y cuando vi su cara, supe que siempre, para siempre en toda la extensión temporal de la palabra, sería mía. Su rostro era indescriptible. Describirlo se escapa a mis conocimientos descriptivos. La besé, la besé con pasión. Luego nuestros ojos, mirándose fijamente y sin necesidad de palabra alguna, sellaron un pacto de afinidad entre nosotros, una alianza sin reglas establecidas, pero que no por ello dejaba de ser un acuerdo formal de compromiso entre nosotros.
Marga, percatándose de cuanto sucedía, leyendo en nuestros rostros esos sentimientos, se levantó de la cama, vistió y desapareció, no sin antes dejarnos una nota en el recibidor, con su número de teléfono, y en la que escribió: nunca dejéis de amaros… nunca. No os dañéis nunca…. nunca, y no dudéis en llamarme nunca..... nunca. Os deseo.
Así fue nuestra primera experiencia de tríos, y por supuesto, no la última.
Una vez repuestos, hablamos desahogadamente sobre lo acontecido. Le pregunté que había causado principales sensaciones, aportamos ligeros cambios, en fin..... Intentábamos mejorar lo inmejorable.
Más tarde, al recostarnos de nuevo sobre la cama, nos abrazamos, besamos, nos acariciamos y fundimos en un solo ser, hicimos el amor, si, hicimos el amor, disfrutando tanto o más si cabe que cuando follamos antes.
Si os gusta puede continuar….



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